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¿Es mejor hacer una maestría o certificaciones?

Si tus padres, algún familiar o un maestro nunca te dijeron que hoy en día la licenciatura ya no basta y que ahora para progresar necesitas hacer mínimo una maestría y de ahí planear un doctorado, entonces no eres millennial. Sin embargo, hoy trataremos de responder a la pregunta de si vale la pena hacer una maestría o es mejor hacer otro tipo de certificaciones.

En el campo de la Actuaría existen varias ofertas de maestrías, diplomados, cursos y certificaciones que se pueden hacer, las cuales se venden como una distinción importante a la carrera profesional de las personas por el aporte de conocimientos que implica tomar y aprobar cualquiera de ellos. Sin embargo, ¿valen la pena hacerlos? ¿En qué momento es mejor? ¿Qué puedo esperar de una maestría o una certificación?

¿Hacer una maestría?

El hacer una maestría con el fin de potenciar nuestra carrera profesional no es una simple creencia social que se pueda refutar, ya que hay estadísticas que confirman que los profesionales que cuentan con posgrados tienen en promedio mejores sueldos y condiciones laborales que aquellos que solo tienen la licenciatura.

Sin embargo, la decisión de hacer una maestría tiene que estar bien pensada, si la haces inmediatamente saliendo de la carrera te enfrentarás a una tremenda realidad en la cual los empleadores no le dan tanto valor a tus estudios de maestría como a la experiencia laboral a la hora de definir el salario al que serás acreedor —esto no aplica si haces tu maestría en una universidad que esté en el Top 10 mundial—.

Por otro lado, si la haces cuando ya llevas varios años de recorrido, lo más seguro es que esta no tenga un impacto tan fuerte en tu carrera y puede llegar a ser una carga de tiempo y dinero bastante pesada.

Con esto en mente, lo ideal sería poder hacer la maestría en un momento de tu carrera en que ya hayas definido el área a la que te vas a especializar, tengas ciertos años de experiencia y la maestría sea la llave que te pueda abrir puertas a puestos más altos y mejores para ti.

Tipos de Maestrías

Una vez que has definido que te encuentras en un buen momento de tu carrera en el que se maximiza el beneficio y se minimiza el costo de oportunidad de hacer una maestría toca definir el camino que quieres seguir con tus estudios, el cual puede ser de dos grandes tipos: especialista o generalista.

Especialista

Como bien mencionamos antes, en este punto de tu carrera ya debes estar establecido en alguna rama de la Actuaría, por lo que buscar especializarte en algo específico te puede ayudar a diferenciarte y por ende mejorar tus condiciones laborales, sin embargo, esto tiene una contra, ya que esto te puede encasillar y si el día de mañana quieres buscar alguna rama diferente u otras actividades, puede que te sea más complicado.

Generalista

A diferencia de las maestrías para especializarte, existen otras que te dan herramientas útiles para desempeñar labores  con una variedad más amplia de actividades. Las más común es la Maestría en Administración de Negocios o MBA, la cual busca capacitar a quienes la toman para tomar puestos de alta dirección, los cuales por supuesto tienen que saber un poco de cada una de las áreas y subáreas de la compañía para poder resolver problemas. La contra es que regularmente este tipo de maestrías son más caras, además de que si diluyes mucho el campo de acción de tus capacidades, puede que tu carrera profesional no termine de despegar.

¿Certificaciones?

Respecto a las certificaciones, aquí hay varias cosas a tomar en cuenta, primeramente sobre aquellas relativas a los exámenes de la SOA / CAS, ya hablamos a fondo sobre cómo ser miembro, cómo pasar los exámenes y de si vale la pena hacerlos en esta entrada.

Hablando de otras certificaciones, el Colegio Nacional de Actuarios ha adoptado un programa de certificación profesional para los actuarios que presten sus servicios en instituciones de seguros y fianzas en el país, con el fin de garantizar altos estándares de práctica actuarial. Cada una de estas certificaciones está más enfocada a distintas
subramas de los seguros y si tu plan de carrera está dentro de este campo será mejor que empieces a reunir los requisitos necesarios para obtener estas acreditaciones.

Es importante mencionar que estas certificaciones pueden encasillarte en áreas específicas dentro de las compañías de seguros y fianzas, con lo cual, si bien tendrás un puesto bueno asegurado, puede ser difícil que después subas de rango.

¿Diplomados, cursos?

Finalmente, otra de las opciones que existen es el estudiar un diplomado o curso, los cuales regularmente abordan temas muy puntuales y son excelentes opciones si quieres reducir la curva de aprendizaje de algo que podría tomar meses a simplemente semanas. De cualquier manera, si buscas algo que te impulse más a largo plazo, nada como la experiencia, las maestrías o las certificaciones.

Conclusión

En conclusión, el elegir hacer una maestría o tomar una certificación es algo que puede potenciar tu carrera, sin embargo, tienes que meditar muy bien el momento y el tipo de estudios que harás, ya que pudiera ser contraproducente si decides estudiar en un momento inadecuado o un tema que poco te ayude.

La mejor forma de titulación en Actuaría

Hoy en día una de las grandes interrogantes y preocupaciones que tiene cualquier estudiante de cualquier carrera es obtener el título universitario que acredite el grado de educación superior que implica el estudiar una licenciatura o ingeniería. Para el caso particular de la Actuaría, el día de hoy repasaremos las principales opciones disponibles en las diferentes universidades donde se imparte la carrera y cuál es la mejor.

La titulación, ese bello trámite con el que finalizamos la educación universitaria y que en la mayoría de los casos nos llena de orgullo, ya que implica la consecución de un proyecto al que le invertimos mucho esfuerzo, tiempo y lágrimas. Sin embargo este trámite puede ser realmente un viacrusis principalmente en universidades no privadas, como la UNAM.

Opciones de titulación en Actuaría

Actualmente, los planes de estudio de la mayoría de las universidades ya contemplan diferentes opciones para obtener el título, más allá de la clásica tesis y examen profesional. A continuación se presentan algunas de las más comunes y los pros y contras de cada una de ellas:

Diplomado

Esta opción consiste en que el interesado ingrese a un diplomado impartido por la misma universidad y que cumpla con ciertas características de duración y temas relacionados con la actuaría. El costo de estos diplomados va desde los 10 mil pesos hasta los 60 o 70 mil, dependiendo del nivel de especialización y el tema del que sea el diplomado.

Esta modalidad es recomendada para aquellos que no desean hacer tesis o un trabajo escrito, que encuentran un diplomado que sea de un tema en el que busquen profundizar y desarrollarse profesionalmente y que tengan la posibilidad de hacer una inversión de dinero.

Exámenes Internacionales

Para esta modalidad, lo que se solicita es que el estudiante acredite entre dos o tres (dependiendo de la universidad) exámenes de la SOA/CAS y que además dé un curso de preparación o haga un trabajo escrito. Si consideramos que los dos primeros exámenes cuestan 250 dólares (USD) cada uno y los siguientes entre 325 y 1,125 dólares, el costo de la inversión por los exámenes va de los 10 mil a los 16,500 pesos.

A eso todavía hay que sumarle el costo de los manuales, cursos de preparación y calculadoras para cada uno de los exámenes, lo cual eleva la inversión al menos el doble. Además de lo anterior también la inversión de tiempo es de al menos 100 horas de estudio para cada examen y un tanto más de tiempo para dar el curso o preparar el trabajo escrito que complementa la modalidad.

Si además de que no deseas hacer tesis ni un diplomado,  puedes contar con los recursos de dinero y tiempo para elegir esta opción y tu meta es continuar con dichas certificaciones hasta convertirte en ASA o Fellow de estas sociedades y poder con ello trabajar como actuario en Estados Unidos o Canadá, entonces esta opción es definitivamente para ti.

Si este no es tu caso, pero aún así te interesa el elegir este camino, piensa que en los tres primeros exámenes certificarás que tienes conocimientos en temas que ya viste en la carrera y que, aunque para los recién egresados el tener acreditadas estas certificaciones les da puntos extra a la hora de buscar sus primeros trabajos, realmente en nuestro país no tienen tanta relevancia en el ámbito profesional.

Experiencia Profesional

Los que deseen obtener su título bajo la modalidad de Experiencia Profesional deben cumplir con cierto tiempo de experiencia laboral (alrededor de un año) y después realizar un trabajo escrito donde se indique la importancia de la experiencia adquirida para el desarrollo de la profesión actuarial. Si bien esta opción no implica una inversión monetaria importante ni una inversión de tiempo fuera del plan de la mayoría de los pasantes (asumiendo que la mayoría buscan empezar a trabajar después de concluir la carrera), lo cierto es que se tiene que defender el informe entregado ante un jurado compuesto de diferentes sinodales, lo cual al final se parece mucho al procedimiento que se seguiría si se eligiera la titulación por tesis.

Además de eso, muchas veces cuando salimos de la carrera y empezamos a trabajar, es fácil olvidarnos de la parte académica, por todo lo que implica la transición al mundo profesional.

Si crees que puedes no perder de vista el trabajo escrito después de un año y defenderlo ante un jurado de manera exitosa, esta opción es para ti.

Posgrado

Si tu idea es continuar y profundizar tus estudios pero más allá de un simple diplomado, sino con la idea de buscar un grado académico más alto, puedes obtener tu título de licenciatura al empezar a estudiar la maestría inmediatamente después de terminar tus estudios y cumplir con algunos requisitos de promedio, servicio social, etc.

Esta opción es muy buena si tu rendimiento académico fue muy bueno durante la carrera y si es tu deseo el continuar tu preparación en algún tema en específico. Sin embargo, si tu deseo es que después de la carrera te dedicarás al campo laboral, en lugar de la investigación o docencia, en algunos casos después de la maestría viene un periodo de frustración ya que los empleadores no valoran tanto estos grados académicos como la experiencia laboral, así que puede que quedes en desventaja contra alguien que después de la carrera se puso a trabajar.

De cualquier manera, a la larga, el tener un grado más alto de estudios siempre abrirá más puertas que el no tenerlo.

Tesis

La vieja y confiable tesis. Sin duda aunque esta forma de titulación es de las más antiguas, no por eso deja de ser importante e incluso una que debas considerar en tus opciones principales a la hora de definir tu titulación. El hacer una tesis es un proceso que te dará disciplina para hacer un trabajo amplio y profundo en algún tema, también te ayudará a generar una forma de pensar de investigación y de cómo plasmar tus hipótesis, hallazgos y demás desarrollos de una forma clara y que agregue valor a la discusión de dicho tema.

Finalmente, el hecho  de que tengas que defenderlo ante un grupo de sinodales es un excelente ejercicio para prepararte en lo que será tu vida futura, sin importar si eliges un camino inclinado más hacia una parte académica o profesional.

La contra aquí es que hacer tesis puede ser uno de los caminos que tome más tiempo para conseguir tu anhelado título universitario, sin embargo, es sin duda el que más satisfacción trae a los que lo eligen.

Conclusión: la mejor opción de titulación es…

…que como todo en la vida: Depende.

Depende mucho del tipo de estudiante que has sido, de tus metas en el corto y mediano plazo e incluso de tu capacidad económica.

Si has sido un estudiante con un rendimiento notable, muy enfocado en temas más teóricos que aplicados y quieres explotar esa capacidad, tal vez lo mejor sea que consideres hacer la tesis o ir a la maestría.

Si tu intención es empezar a trabajar lo más pronto posible y ves al título como un trámite, quizá deberías elegir hacer un diplomado o una tesina a partir de tu experiencia profesional.

Si en un futuro te ves trabajando en una compañía estadounidense o canadiense con la idea de migrar para allá, definitivamente tienes que empezar con los exámenes de la SOA cuanto antes y qué mejor que poder titularte con algunos de ellos en el proceso.

Finalmente, si lo único que quieres es obtener el título y dejar de preocuparte por dicho trámite y tu capacidad económica es muy buena, tal vez lo mejor sería estudiar en una universidad privada y pagar la colegiatura de los 8 semestres y después pagar por la titulación automática.

Bitcoin no debería existir

Bitcoin no debería existir.

Como tecnología, es una verdadera joya. Es el resultado de cientos de años de acumulación de conocimientos matemáticos y tecnológicos para crear el primer activo digital escaso y descentralizado. Sin embargo, los que debaten a su favor en redes sociales o círculos profesionales intentan por todos los medios que dicho debate no se desvíe hacia terrenos demasiado espinosos. Y es que la propia existencia de esta nueva tecnología es un reto a los sesgos y cosmovisiones de la mayoría de las personas: A bitcoin no le importa si nuestras universidades y hospitales se van a quedar sin financiamiento público, que por algo se hizo inconfiscable. No le importa si nuestras agencias anti-lavado de dinero y demás reguladores no están de acuerdo con el uso inmoral que algunos actores le puedan llegar a dar, que por algo se hizo descentralizado. Bitcoin no nació dentro del sistema, no está alineado con los valores del corporativismo rancio y la democracia esclerótica que han dado forma a Occidente durante las últimas décadas, pero tampoco con el «move fast and break things» de la cultura entrepreneur que nació en Sillicon Valley.

Bitcoin fue creado por los cypherpunks: criptoanarquistas, radicales, centrados en la privacidad del individuo (pero la transparencia del gobierno) y defensores de la separación entre el dinero y el Estado (¡sacrilegio!). Fue creado para minar (a qué grado, lo sabremos en algunos años) los dos pilares financieros de los gobiernos: los impuestos y la inflación; y para la comunidad actuarial de todo el mundo, formada dentro de los paradigmas económicos más tradicionales, proponer eso y que arda el mundo es básicamente lo mismo.

Hay muchas cosas que están mal en el mundo, y hay otros foros y espacios mas adecuados para denunciarlas. Esta comunidad por su parte no es el mejor lugar para hacer activismo y hablar de gobiernos genocidas, el asqueroso sistema fiat, el camino al fascismo que está tomando occidente, y cómo bitcoin tiene el potencial para cambiar todo eso (sí, sí, llevándose entre las patas nuestro alumbrado público y nuestras carreteras). Otros segmentos de la población tendrán sus propios sesgos y cosmovisiones, pero si hay algo común en prácticamente todos ellos es esto: nacieron… o más bien, nacimos dentro del sistema, es lo único que conocemos y no tenemos razones para pensar que somos cómplices de un sistema injusto, que no estamos a solamente un par de leyes más, un par de elecciones democráticas más o un par de modelos o teorías económicas más para resolver todos nuestros problemas, o que las cosas podrían ser y funcionar de maneras radicalmente distintas (y mejores) a como son actualmente.

Por eso la mayoría de los colegas de este ramo, quienes deberían de ser los primeros en reconocer el potencial de esta tecnología, siguen sin explicarse (y seguirán por muchos años) el ascenso meteórico que bitcoin ha tenido, mucho menos el potencial que aún tiene para que su precio (su métrica más llamativa, pero la menos relevante en términos de su naturaleza) siga multiplicándose. Creen que bitcoin es una burbuja que estallará y desaparecerá en cualquier momento porque, en términos de lo que saben y la visión que tienen del mundo, una cosa así no tiene cabida en la sociedad actual. Desde la propia burbuja de privilegio de los valores democráticos y de lo políticamente correcto, bitcoin no debería existir, no tiene razones legítimas para existir más allá de las expectativas de ganancias fáciles y rápidas, y por lo tanto no tendríamos por qué estar hablando de (mucho menos defendiendo a) esta mugre en redes profesionales, como no hablamos de flores de la abundancia u otras estafas piramidales.

Y sin embargo, existe, y sigue existiendo. Y conforme su adopción (y su precio) aumenta, se vuelve cada vez más difícil no verlo.

Por eso es divertido (en el buen sentido) ver a los colegas pro-bitcoin haciendo su mejor esfuerzo por defenderlo e intentar hacerlo llegar a un público cada vez más amplio (y más alejado del ethos original de bitcoin), pero sin agitar demasiado las aguas, intentando mantener a bitcoin dentro de la narrativa de las innovaciones buena onda como Uber o Airbnb, que han facilitado la vida a millones de personas (y hecho millonarios a quienes apostaron por ello en sus etapas tempranas) con daños colaterales prácticamente inexistentes. Bitcoin esta en un nivel totalmente diferente: promete cambiar el mundo no de manera estética, sino sistémica, y recompensar a todos aquellos individuos, instituciones y gobiernos que se suban al tren mientras diluye brutalmente el poder adquisitivo de los que, ya sea por desconocimiento o por obstinación, hayan decidido mantenerse al margen (aunque para ser justos, esto no será culpa de bitcoin, sino de los gobiernos y su política del money printer go brrr). Y el debate, al que le rehuyen la mayoría de sus defensores, es si ese cambio, que será sin duda doloroso y hasta injusto para muchos, será al final para bien (spoiler: será para bien).

Defender esta tecnología sin estar dispuesto a hablar de todos los daños colaterales que pueda llegar a generar es como intentar defender los primeros automóviles haciendo todo lo posible por negar el cambio tan radical que este nuevo medio de transporte podía traer a los paisajes, la planeación urbana, la economía y el modo de vida de las personas, así como los millones de kilómetros de carreteras, infraestructura e industrias que se tendrían que construir alrededor de este invento, con los estratosféricos costos asociados que hubieran hecho pensar a cualquier persona de aquellas épocas con un mínimo de sentido común, que aquel nuevo invento era un sinsentido objetivamente inviable. Los pro-bitcoin easy going insistirán en que no hay por qué alarmarse, que bitcoin puede adaptarse al mundo, como si hubiéramos esperado que el automóvil se adaptara a los caminos de terracería y los paisajes rurales del siglo XVIII (y que no se convertiría en el principal medio de transporte de los delincuentes).

La realidad es bien distinta: bitcoin no va a pedirle permiso a nadie. Si triunfa, no va a ser gracias a un cambio de perspectiva de sus detractores o a que estos piadosamente hayan decidido tolerarlo y designarle un espacio (pequeño o grande) dentro de las estructuras actuales, sino a pesar de la feroz lucha que estos tarde o temprano tendrán que presentar (y es probable que ya no falte mucho tiempo para ello), en un desesperado intento de que el mundo se quede quieto de una maldita vez y que las cosas se mantengan como ellos felizmente las conocían (el sueño de todo boomer desde los albores de la humanidad). Las apuestas son altas, porque si al final no logran su objetivo y bitcoin persiste, entonces al igual que lo que vimos con la pólvora, la máquina de vapor, los automóviles y el internet, bitcoin no será el que se adapte al mundo. Va a ser el mundo el que, a marchas forzadas y hasta a regañadientes, tendrá que adaptarse a bitcoin.

En fin, no me hagan mucho caso. Esto solo ha sido pensar en voz alta, jugar un rato al abogado del diablo. No crean que yo defiendo a esos locos anarquistas que quieren quitarnos nuestro sistema de pensiones. Democracia bien, anarquismo mal. Pero ya cambiando un poco de tema… ¿han visto los rendimientos de bitcoin este año? ¡Y también pueden donar a ONG’s con bitcoin!

Ah y no se pierdan nuestro siguiente artículo: Cómo pagar impuestos sobre las ganancias en bitcoin y seguir ayudando a financiar la educación pública y a nuestros profesores universitarios (Dios bendiga a esos sujetos).

¿Dónde estudiar Actuaría?

Si ya has tomado la decisión de estudiar Actuaría, pero aún no estás seguro de cuál es la mejor opción para hacerlo, viniste al lugar indicado, ya que en esta ocasión valoraremos las mejor escuelas en México para formarte en esta apasionante disciplina.

Hoy en día la carrera de Actuaría es una de las más demandadas e investigadas por la población de jóvenes de preparatoria que tienen que elegir carrera, no solo porque usualmente es la primera en la lista alfabética de opciones, sino también porque es bien sabido el amplio campo laboral, la gran oferta de trabajo y los generalmente buenos salarios de este gremio. Sin embargo, pudiera no ser fácil saber cuál es la mejor universidad para estudiarla, principalmente por la gran variedad de enfoques en los planes de estudio y escuelas que la ofrecen.

¿Universidad pública o privada?

En primera instancia pareciera que la respuesta a esta pregunta obedece únicamente a una cuestión monetaria, en donde lo único en la balanza es la capacidad del estudiante para poder pagar, o no, las (generalmente) costosas colegiaturas de las universidades privadas, sin embargo, lo cierto es que la mayoría de estas ofrecen becas y planes de financiamiento atractivos que desde mi punto de vista hacen que la cuestión del dinero sea secundaria.

Por otro lado, es importante considerar las características y enfoques académicos que las universidades ofrecen, los cuales se ven bien reflejados en la conformación del plan de estudios.

Entonces… ¿cuál elegir?

Actualmente hay más de 10 escuelas en el país que tienen una oferta para estudiar Actuaría, a continuación vamos a mencionar las principales características de algunas de ellas. Pero antes de eso, vale la pena señalar que todas ellas cuentan con acreditación ante la Asociación Internacional de Actuarios.

Facultad de Ciencias (UNAM)

En 1947 la facultad de ciencias de la UNAM se convirtió en la primera escuela en tener la licenciatura en Actuaría como parte de su oferta educativa y desde entonces siempre ha sido una de las mejores opciones a considerar para formarse en esta disciplina.

Más allá de la maravillosa experiencia que es estudiar en la Ciudad Universitaria de la UNAM, estudiar Actuaría en la Facultad de Ciencias implica sumergirse profundamente en el mar de los conceptos y fundamentos teóricos que sostienen a la estadística, probabilidad, finanzas y demás ramas matemáticas que forman parte del espectro actuarial. Nadar entre teoremas, lemas, corolarios y demostraciones es algo que se vuelve cotidiano y, si bien esto moldea una lógica de pensamiento bastante estructurada, lo cierto es que en muchos casos no se aterrizan estos conceptos a algo más aplicable en el mundo laboral.

Afortunadamente la Facultad de Ciencias actualiza los planes de estudio constantemente para asegurar que los futuros actuarios que está formando cuenten con las herramientas necesarias para satisfacer el mercado laboral. Tan solo en 2015 se incluyó el estudio de inglés en el plan de estudios, así como la materia de bases de datos, entre otras. Para más información del plan de estudios, da click aquí.

Facultad de Estudios Superiores Acatlán (UNAM)

Aunque parezca increíble, la FES Acatlán y la Facultad de Ciencias no comparten el mismo plan de estudios para la carrera de Actuaría (desconozco si para otras carreras suceda lo mismo), por lo que en algunas cuestiones, Acatlán es un punto y aparte.

Es verdad que al ser también parte de la UNAM, los fundamentos teóricos son protagonistas en el armado del plan de estudios de Actuaría en Acatlán, aunque desafortunadamente este no se puede explotar al máximo debido a que la «seriación» de materias y poca oferta de grupos y horarios.

Aún así, la FES Acatlán es sin duda una gran opción a considerar para estudiar Actuaría, especialmente si su ubicación al nor-poniente de la ciudad te queda más cerca que cualquiera de las otras opciones. Para más información, da click aquí.

Instituto Tecnológico Autónomo de México

Pasamos ahora a las escuelas privadas que conforman la oferta educativa de la Actuaría en México, siendo el ITAM sin duda una de las más importantes y reputadas al respecto.

A diferencia de las escuelas de la UNAM, el ITAM cimienta su plan de estudios no solo en los preceptos sobre política, economía y sociedad que históricamente han caracterizado a esta importante  institución, sino que hacia la segunda mitad de la carrera encamina a estudiantes hacia temas de aplicación de la práctica actuarial en el mundo laboral, no solo desde el punto de vista de modelos matemáticos, sino también cuestiones de normatividad y marcos institucionales (principalmente de seguros). Para más información sobre Actuaría en el ITAM, da click aquí.

Universidad Anáhuac

Al igual que el ITAM, la Universidad Anáhuac ofrece también un plan de estudios dirigido principalmente a formar profesionistas que cuenten con herramientas aplicables al mundo laboral, aunque evidentemente al tener una identidad católica bien definida, se incluyen materias en el proyecto educativo que van encaminados a reforzar temas de ética y formación humana. Esto sin duda hace que la formación en esta escuela sea más integral y con muy buenas herramientas para enfrentar el mundo actual no solo como actuario, sino como ser humano. Para conocer más al respecto, da click aquí.

Universidad La Salle

La Salle es una de las universidades que más recientemente han incorporado a la actuaría en su oferta educativa, aunque no por eso la calidad es menor que las anteriormente mencionadas.

Al igual que la Universidad Anáhuac, La Salle incorpora temas de humanismo y emprendimiento dentro del currículo, con lo cual asegura la formación de profesionales con valor. Por otro lado los temas matemáticos son recuperados considerando directamente las aplicaciones que estos tienen en la práctica actuarial. Para más información de La Salle, da click aquí.

Otras instituciones

Estas son las demás instituciones que ofrecen el estudio de la Actuaría en México:

  • Universidad de las Américas
  • Universidad Autónoma de Guadalajara
  • Universidad Tecnológica Americana
  • Universidad Autónoma del Estado de México
  • Universidad Marista
  • Universidad Autónoma de Yucatán
  • Universidad Autónoma de Nuevo León
  • Instituto Tecnológico de Tlaxcala
  • Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
  • Universidad Autónoma de Querétaro
  • Universidad Juárez Autónoma de Tabasco
  • Instituto Matemático y Actuarial Mexicano

Sin duda en México existen grandes instituciones que ofrecen la carrera de Actuaría, en mi opinión personal, no hay nada como el reto intelectual que ofrece la UNAM en temas matemáticos, aunque si eres más pragmático y prefieres ver las aplicaciones actuariales, tal vez lo mejor sea decantarte por una institución privada.

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