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La Actuaría y la teoría de las 10 mil horas

Seguramente en algún punto de tus primeros años de experiencia laboral te toparás de frente con la frustración porque las cosas no salen bien, ya sea porque tu trabajo consiste en cosas que nunca habías hecho o porque simplemente no puedes comprender la famosa “big picture”. Esto es normal y el día de hoy te explicaremos algo que puede ayudar a enfocarte y sentirte mejor respecto a lo que buscas: la teoría de las 10 mil horas.

Ante la incertidumbre y frustración que existe en muchos actuarios que inician su vida laboral, el día de hoy vamos a platicarles de un concepto que les ayudará a entender cómo es el crecimiento profesional y qué esperar del camino que están por recorrer.

Los primeros años…

Los primeros años trabajando, en cualquier ámbito, siempre van a resultar complicados por el simple hecho de que la mayoría de las universidades no nos preparan para el mundo laboral. En el caso de la actuaría, esto es muy marcado por la misma naturaleza de la profesión, la cual se basa en aplicar modelos matemáticos a diferentes fenómenos con el fin de contrarrestar las implicaciones financieras de ciertos riesgos.

De esta manera, puede que en la universidad hayas aprendido la demostración de Black & Scholes sin usar el Teorema del Límite Central, pero aplicar eso en modelos en un software y tomar decisiones del mundo real basado en eso no es lo mismo. Por otro lado, puedes aprender de arriba a abajo lo que significa y cómo se diseña una tabla de mortalidad, pero para tomar la decisión de suscribir un negocio especial cuando el agente está presionando y tus números no te dan el precio que buscan, se requiere de otros conocimientos y habilidades.

Esto por supuesto solo se aprende estando en el campo de juego y viendo de cerca cómo se manejan las cosas, con el apoyo de los compañeros y jefes que llevan más tiempo en el negocio, pero con una prioridad en la práctica, la cual, debe ser en teoría de 10 mil horas.

La teoría de las 10 mil horas

¿Sabías que Picasso fue aceptado en la academia de artes a los 16 años de edad? Pues es verdad y no tienes que sentirte mal, no fue porque tuviera todo el talento del mundo desde que nació, fue porque pasó toda su juventud dibujando y estudiando arte muy arduamente, para cuando hizo los exámenes de admisión ya había realizado más de 10,000 dibujos y pinturas (según cuenta la leyenda).

Esta teoría, formulada por Anders Ericsson en 1990, dicta que las primeras 10,000 horas que dediques a algo, las cosas van a salir mal, incompletas o de calidad dudosa, pero son las 10,000 horas en que debes esforzarte más para aprender de tus errores y perfeccionarte, pasando esta barrera, en la hora 10,001 tu trabajo habrá cambiado por completo y será muy bueno, tanto así que no se parecerá en nada a lo que hacías al comenzar.

En otras palabras, ahora que empiezas en el mundo laboral todo te parecerá una marcha cuesta arriba y sentirás que no puedes más y quieres renunciar ante la presión, pero ten en mente que entre más te esfuerces en seguir adelante y mejorar a cada paso esa marcha se volverá más y más fácil.

El hecho de que conozcas algo tan a fondo después de practicarlo por todo este tiempo también te llenará de otro aspecto vital que es la confianza, en ti mismo y en lo que haces. Este tema por si solo también es muy importante, por lo que ahondaremos en él en otra publicación, pero por el momento solo considera que estas 10 mil horas también te brindarán eso.

¿Se puede agilizar?

Realmente no, la regla de las 10 mil horas es clara y difícilmente podrás llegar al punto cúspide antes de ese tiempo. De esta manera, tardarás de 5 a 10 años en volverte un experto en tu campo laboral, dependiendo de cuánto tiempo le dediques.

Ahora, esto no significa que tienes que estar esos 5 a 10 años en el mismo puesto, la mayoría de los lugares de trabajo tienen bien definidos los puestos que puedes ir subiendo de acuerdo a tu experiencia, aumentando responsabilidades y condiciones laborales de manera progresiva.

Por otro lado, algo que puede ralentizar u obstaculizar tu camino de las 10 mil horas es el hecho de que cambies continuamente tu campo laboral, por más mínimo que sea. Toma en cuenta que no dijimos cambiar de empresa, al final siempre es bueno buscar mejores condiciones en otros lugares, sino de campo, es decir, si hoy trabajas en seguros y el día de mañana te cambias a finanzas, pero después ya no te gusta y te cambias a ciencia de datos, en cada nuevo campo inicias nuevamente un camino de aprendizaje de 10 mil horas.

Como conclusión, no te desanimes si las cosas no te van bien, créeme que a todos nos pasa. Mejor enfócate en lo que haces y esfuérzate para que esas 10 mil horas te sirvan de provecho y así pasarán más ligeres. Piensa que durante todo ese tiempo trabajando como profesional te están pagando por aprender y volverte un experto de tu área.

La importancia de Excel para los actuarios

Hoy en día es vital para cualquier actuario, o aspirante a serlo, el tener un buen nivel de Excel, tanto en fórmulas y creación de gráficos, como en tablas dinámicas y programación en VBA, a continuación daremos algunos puntos del por qué de esta afirmación.

Dentro del mundo académico hay un sentimiento generalizado acerca de que un buen actuario sabe manejar a la perfección ciertos programas y lenguajes de programación, como pueden ser R, SAS, Python, SQL, Oracle, Tableau, etc.

Cada uno de estos programas es, en efecto, muy importante para diferentes propósitos como la estadística, manejo de bases de datos o generación de reportes automatizados, lo mejor siempre será usar una de estas opciones para potencializar los resultados.

Algunos de estos programas incluso son de uso libre, como R o Python, lo cual ha facilitado la propagación de su uso y aceptación por cada vez más empresas. El lenguaje SQL es ya también algo que se ha convertido en básico para manejos de grandes (y pequeñas) bases de datos, mientras que aquellas de pago, como SAS o Tableau, tienen muy claro su modelo de negocio, el cual va dirigido principalmente a empresas de gran tamaño, que cuenten con áreas de continua generación de grandes cantidades de datos.

Pero ¿sabes qué programa tiene la capacidad de hacer todo lo que hacen los demás? Te doy una pista, empieza con “E” y termina con “-l viejo y conocido Microsoft Excel”.

Excel es eficiente para la mayoría de las tareas

Excel continuamente se actualiza e incluye nuevas utilidades cada vez más. ¿Quieres trabajar con una base de datos grande? Excel puede conectarse y puedes bajar información directamente. ¿Quieres hacer un dashboard? Con excel puedes hacer dashboards útiles, rápidos y sin necesidad de otro software. ¿Quieres hacer un modelaje estadístico? Excel cuenta con varias funciones que permiten hacer esto. Por si fuera poco, también existen add-ins que contienen muchas aplicaciones estadísticas e incluso podrías conectarte con Python o R. ¿Quieres diseñar una herramienta automatizada que corra un programa de cierto grado de complejidad? Pues con Excel bien puedes programar muchísimas herramientas con VBA.

En general, Excel puede dar muchas soluciones a problemas a los que la mayoría de los actuarios nos enfrentamos y el hecho de que casi todas las empresas tengan contratado Microsoft Office, hace que su uso sea prácticamente obligatorio.

El más usado en las empresas

No importa si estás en una empresa pequeña o grande, lo más seguro es que todas provean a sus empleados con los diferentes programas de Microsoft Office, incluido Excel, por supuesto.

Y quizá en primera instancia Excel suene como algo muy poco sofisticado, donde no puedes hacer los modelos robustos de deep learning o el dashboard estrafalario que va directamente conectado a la base de millones de datos, pero lo cierto es que no todas las empresas tienen dicha generación de datos y, aún cuando la tienen, muchas veces es más útil y eficiente hacer los reportes finales en Excel, por la simple y sencilla razón de que quienes toman las decisiones en las empresas probablemente no saben usar, y realmente no necesitan conocer, los softwares y lenguajes especializados que tú sí.

Así que siempre será más fácil enviar el reporte final en Excel al jefe para que con unos simples clicks lo pueda abrir, analizar y saber qué hacer.

Las empresas ya están acostumbradas a Excel

Otro punto importante es que actualmente en muchas empresas ya hay muchas herramientas y procesos automatizados hechos en Excel, aprovechando la posibilidad que ofrece de programar en Visual Basic, y aunque muchos de estos procesos son perfectibles y quizá se desempeñen mejor en algún otro software, no es tan fácil cambiarlos ya que hay que pasar por muchos filtros internos que comprueben y aprueben el uso de algo nuevo. Todo un proceso burocrático al mismo nivel de cualquier trámite con el gobierno.

Los jefes usan Excel

Será normal que mientras vayas subiendo en tu carrera profesional, poco a poco dejes de lado la llamada talacha y con ella la necesidad de usar los softwares más especializados, para basarte en cuestiones que van más con un tomador de decisiones, lo cual en general es revisar lo que hace la gente que te reporta y presentar a puestos más altos los resultados de tu área.

En general lo más que tienes que saber a estos niveles más altos es justamente Excel, una herramienta lo suficientemente sencilla para hacer cálculos no tan complejos y suficientemente compleja para poder mostrar resultados y análisis a gran escala a otras personas.

En conclusión, no dudamos que haya muchos programas súper poderosos, muy sofisticados y con muchísima utilidad para ciertas cosas, pero con todo y todo lo más seguro es que una buena parte de tu trabajo la tengas que hacer en Excel, así que date el tiempo de aprenderlo y maximizar sus aplicaciones.

¿Realmente vale la pena hacer los exámenes de la SOA?

Una de las preocupaciones más comunes que surge en los estudiantes conforme se va acercando el momento de dejar la academia es la de prepararse de mejor manera para acceder al mundo laboral y demostrar ser capaces desde el inicio. Para esto, los exámenes de la SOA / CAS siempre suenan como una buena opción, pero ¿…es esto verdad?

Recientemente hicimos varias encuestas a través de las redes sociales de El Manual del Actuario acerca de la opinión de la comunidad sobre si vale la pena hacer los exámenes de la SOA / CAS y las respuestas fueron favorables siempre hacia dichos exámenes.

Sin embargo, el día de hoy queremos desafiar esa concepción y analizar a fondo los pros y contras de seguir este camino de certificaciones.

¿Para qué sirve hacer los exámenes de la SOA / CAS?

En México para que un actuario pueda firmar reportes financieros o notas técnicas, auditar reservas o hacer proyectos de consultoría, necesita estar certificado ante la CNSF. En Estados Unidos, para que un actuario pueda realizar todas estas funciones ante el regulador de seguros, el cual es la National Association of Insurance Commissioners (NAIC), necesita ser miembro de la American Academy of Actuaries (AAA) y esta última organización quien dictamina si un individuo puede desempeñar funciones actuariales.

Ahora, ¿Cómo se llega a ser miembro de la American Academy of Actuaries? Se deben cumplir 3 cosas:

  1. Cumplir con el syllabus de educación básico (de la International Actuarial Association).
  2. Cumplir con el syllabus de especialistas y regulación (de Vida, Accidentes y Salud, Daños, etc.)
  3. Suficiencia de conocimientos a través de experiencia laboral, ética y estándares profesionales.

La SOA cubre los puntos 1 y 2 para Vida y Salud, mientras que el CAS cubre los puntos 1 y 2 para la parte de Daños. La experiencia en las respectivas industrias cubre el punto 3.

Hay algunas maneras de ser miembro de la AAA sin necesidad de cumplir con los requerimientos de la SOA / CAS y esto, además de la experiencia laboral, se puede hacer si se es fellow de las asociaciones actuariales del Reino Unido, Australia, Irlanda, entre otros, ya que la SOA, el CAS y la AAA tienen esquemas donde reconocen los conocimientos de los asociados y por el simple hecho de ser parte de alguna de estas asociaciones actuariales, se entiende que se cumple con el syllabus de la International Actuarial Association, que es lo que se busca cumplir al fin y al cabo.

El caso de México

De entrada, podemos decir que México no es parte del esquema de reconocimiento entre asociaciones, es decir, el estar certificado en México no abre la puerta a ser parte de la SOA u otra asociación de otro país. Por otra parte, es importante mencionar que el título de actuario es emitido por instituciones de educación superior y avalado por la SEP.

Así mismo, para que un actuario pueda firmar reportes financieros o notas técnicas, auditar reservas o hacer proyectos de consultoría, necesita estar certificado ante la CNSF, lo cual implica tener cierta experiencia laboral y pasar un examen de conocimientos sobre el tema en que el actuario busca certificarse. Después, para mantenerse, necesita refrendar sus conocimientos cumpliendo con ciertas horas de educación continua, las cuales se cubren con actividades extra al trabajo, como cursos, diplomados, congresos, etc.

Lo que implica hacer los exámenes de la SOA

Supongamos que quieres seguir tu camino actuarial para ser miembro de la SOA, si entramos a su página oficial y vemos los precios de los exámenes, encontramos que los precios para hacer los exámenes van desde los $5,000 MXN por intento de examen (si no lo pasas lo tienes que volver a hacer y, por lo tanto, volver a pagar). Además, tienes que considerar la inversión extra de tiempo y dinero para prepararte para cada intento de pasar el examen.

Para darte una idea, el costo de los cursos y manuales de preparación es aproximadamente el mismo que el costo del examen, tanto en las opciones presenciales como en línea. Por otro lado, para cada examen se necesitan aproximadamente 100 horas de estudio y práctica para estar bien preparado.

En este artículo ya hablamos de los pasos que hay que seguir para prepararse adecuadamente para estos exámenes.

Finalmente, se necesitan calculadoras especiales, dependiendo el tipo de examen que quieras hacer necesitarás una calculadora científica o financiera, las cuales cuestan aproximadamente $700 MXN, regularmente en todos los cursos explican cómo usarlas y aprovechar al máximo su rendimiento.

Entonces, ¿vale la pena hacer los exámenes de la SOA?

Conociendo la razón de ser de los exámenes de la SOA, la relación de estos exámenes con las instituciones Mexicanas y la inversión de tiempo y dinero necesarias para cumplir con estos exámenes, ya podemos formar una respuesta a la pregunta ¿qué tan buena idea es realizar estos exámenes?

No hay una respuesta contundente a esto, ya que si tu idea es seguir tu carrera de actuario en Estados Unidos o Canadá y tienes las posibilidades económicas para empezar a hacer los exámenes, entonces la respuesta es que sí vale la pena.

Es importante mencionar que quizás solo los primeros tres o cuatro exámenes tengan que ir por tu cuenta, ya que estos los tienes que ir completando en los primeros años de tu carrera profesional, no necesariamente mientras estudias, y usualmente las compañías interesadas en que sus empleados adquieran estas certificaciones ofrecen el apoyo para pagar los cursos y exámenes, así como dar tiempo de estudio a sus empleados. El problema es que ese tipo de compañías no abundan en México, así que si encuentras una que ofrezca ese tipo de apoyos, aprovéchalos al máximo.

Por otro lado, si tu plan no es irte a trabajar al extranjero, sino que prefieres trabajar en el mercado local, el cual también es muy atractivo; o bien, si los seguros no son algo que te apasiona y prefieres dedicarte a alguna otra rama de la actuaría aquí en México (ya que en EU y Canadá el rol del actuario está muy encasillado a los seguros), entonces la verdad es que no vale la pena que siquiera busques los exámenes de la SOA.

¿Por qué? Porque todos esos exámenes son para acreditar conocimientos que debe tener un actuario, conocimientos que previamente ya acreditaste como estudiante o no tendrías un título universitario en Actuaría. La diferencia es que esa acreditación es a través de un examen estandarizado, el cual, como cualquier examen diseñado por americanos, encuentra su grado de complejidad en el hecho de que son muchas preguntas en un periodo de tiempo limitado, en donde para cada pregunta debes analizar un caso, saber a qué tema se refiere, discernir la manera de resolverlo y saber trasladar eso a una calculadora, todo en 2 minutos o menos.

Así que lo que estarás haciendo será invertir mucho dinero y mucho tiempo para caer en la redundancia de demostrar tus conocimientos en ciertos temas por segunda vez, solo que ahora dicha validación viene en inglés y tiene el plus de que lo hiciste muy rápido. Esto es un plus para un futuro empleador ¿qué empleador no quiere una máquina de cálculos complejos que está dispuesta a sacrificar su tiempo para demostrar que sabe algo y además en inglés? Sin embargo, para crecer como actuario (y en cualquier profesión) lo que cuenta es la experiencia real.

Así que quizá sea mejor invertir ese dinero en cuestiones que harán que tu curva de aprendizaje en el trabajo sea más rápida, como lo pueden ser cursos y diplomados en lenguajes de programación (R, Python, SQL), temas selectos de la Actuaría o en softwares útiles como el viejo y confiable Excel.

La mejor forma de titulación en Actuaría

Hoy en día una de las grandes interrogantes y preocupaciones que tiene cualquier estudiante de cualquier carrera es obtener el título universitario que acredite el grado de educación superior que implica el estudiar una licenciatura o ingeniería. Para el caso particular de la Actuaría, el día de hoy repasaremos las principales opciones disponibles en las diferentes universidades donde se imparte la carrera y cuál es la mejor.

La titulación, ese bello trámite con el que finalizamos la educación universitaria y que en la mayoría de los casos nos llena de orgullo, ya que implica la consecución de un proyecto al que le invertimos mucho esfuerzo, tiempo y lágrimas. Sin embargo este trámite puede ser realmente un viacrusis principalmente en universidades no privadas, como la UNAM.

Opciones de titulación en Actuaría

Actualmente, los planes de estudio de la mayoría de las universidades ya contemplan diferentes opciones para obtener el título, más allá de la clásica tesis y examen profesional. A continuación se presentan algunas de las más comunes y los pros y contras de cada una de ellas:

Diplomado

Esta opción consiste en que el interesado ingrese a un diplomado impartido por la misma universidad y que cumpla con ciertas características de duración y temas relacionados con la actuaría. El costo de estos diplomados va desde los 10 mil pesos hasta los 60 o 70 mil, dependiendo del nivel de especialización y el tema del que sea el diplomado.

Esta modalidad es recomendada para aquellos que no desean hacer tesis o un trabajo escrito, que encuentran un diplomado que sea de un tema en el que busquen profundizar y desarrollarse profesionalmente y que tengan la posibilidad de hacer una inversión de dinero.

Exámenes Internacionales

Para esta modalidad, lo que se solicita es que el estudiante acredite entre dos o tres (dependiendo de la universidad) exámenes de la SOA/CAS y que además dé un curso de preparación o haga un trabajo escrito. Si consideramos que los dos primeros exámenes cuestan 250 dólares (USD) cada uno y los siguientes entre 325 y 1,125 dólares, el costo de la inversión por los exámenes va de los 10 mil a los 16,500 pesos.

A eso todavía hay que sumarle el costo de los manuales, cursos de preparación y calculadoras para cada uno de los exámenes, lo cual eleva la inversión al menos el doble. Además de lo anterior también la inversión de tiempo es de al menos 100 horas de estudio para cada examen y un tanto más de tiempo para dar el curso o preparar el trabajo escrito que complementa la modalidad.

Si además de que no deseas hacer tesis ni un diplomado,  puedes contar con los recursos de dinero y tiempo para elegir esta opción y tu meta es continuar con dichas certificaciones hasta convertirte en ASA o Fellow de estas sociedades y poder con ello trabajar como actuario en Estados Unidos o Canadá, entonces esta opción es definitivamente para ti.

Si este no es tu caso, pero aún así te interesa el elegir este camino, piensa que en los tres primeros exámenes certificarás que tienes conocimientos en temas que ya viste en la carrera y que, aunque para los recién egresados el tener acreditadas estas certificaciones les da puntos extra a la hora de buscar sus primeros trabajos, realmente en nuestro país no tienen tanta relevancia en el ámbito profesional.

Experiencia Profesional

Los que deseen obtener su título bajo la modalidad de Experiencia Profesional deben cumplir con cierto tiempo de experiencia laboral (alrededor de un año) y después realizar un trabajo escrito donde se indique la importancia de la experiencia adquirida para el desarrollo de la profesión actuarial. Si bien esta opción no implica una inversión monetaria importante ni una inversión de tiempo fuera del plan de la mayoría de los pasantes (asumiendo que la mayoría buscan empezar a trabajar después de concluir la carrera), lo cierto es que se tiene que defender el informe entregado ante un jurado compuesto de diferentes sinodales, lo cual al final se parece mucho al procedimiento que se seguiría si se eligiera la titulación por tesis.

Además de eso, muchas veces cuando salimos de la carrera y empezamos a trabajar, es fácil olvidarnos de la parte académica, por todo lo que implica la transición al mundo profesional.

Si crees que puedes no perder de vista el trabajo escrito después de un año y defenderlo ante un jurado de manera exitosa, esta opción es para ti.

Posgrado

Si tu idea es continuar y profundizar tus estudios pero más allá de un simple diplomado, sino con la idea de buscar un grado académico más alto, puedes obtener tu título de licenciatura al empezar a estudiar la maestría inmediatamente después de terminar tus estudios y cumplir con algunos requisitos de promedio, servicio social, etc.

Esta opción es muy buena si tu rendimiento académico fue muy bueno durante la carrera y si es tu deseo el continuar tu preparación en algún tema en específico. Sin embargo, si tu deseo es que después de la carrera te dedicarás al campo laboral, en lugar de la investigación o docencia, en algunos casos después de la maestría viene un periodo de frustración ya que los empleadores no valoran tanto estos grados académicos como la experiencia laboral, así que puede que quedes en desventaja contra alguien que después de la carrera se puso a trabajar.

De cualquier manera, a la larga, el tener un grado más alto de estudios siempre abrirá más puertas que el no tenerlo.

Tesis

La vieja y confiable tesis. Sin duda aunque esta forma de titulación es de las más antiguas, no por eso deja de ser importante e incluso una que debas considerar en tus opciones principales a la hora de definir tu titulación. El hacer una tesis es un proceso que te dará disciplina para hacer un trabajo amplio y profundo en algún tema, también te ayudará a generar una forma de pensar de investigación y de cómo plasmar tus hipótesis, hallazgos y demás desarrollos de una forma clara y que agregue valor a la discusión de dicho tema.

Finalmente, el hecho  de que tengas que defenderlo ante un grupo de sinodales es un excelente ejercicio para prepararte en lo que será tu vida futura, sin importar si eliges un camino inclinado más hacia una parte académica o profesional.

La contra aquí es que hacer tesis puede ser uno de los caminos que tome más tiempo para conseguir tu anhelado título universitario, sin embargo, es sin duda el que más satisfacción trae a los que lo eligen.

Conclusión: la mejor opción de titulación es…

…que como todo en la vida: Depende.

Depende mucho del tipo de estudiante que has sido, de tus metas en el corto y mediano plazo e incluso de tu capacidad económica.

Si has sido un estudiante con un rendimiento notable, muy enfocado en temas más teóricos que aplicados y quieres explotar esa capacidad, tal vez lo mejor sea que consideres hacer la tesis o ir a la maestría.

Si tu intención es empezar a trabajar lo más pronto posible y ves al título como un trámite, quizá deberías elegir hacer un diplomado o una tesina a partir de tu experiencia profesional.

Si en un futuro te ves trabajando en una compañía estadounidense o canadiense con la idea de migrar para allá, definitivamente tienes que empezar con los exámenes de la SOA cuanto antes y qué mejor que poder titularte con algunos de ellos en el proceso.

Finalmente, si lo único que quieres es obtener el título y dejar de preocuparte por dicho trámite y tu capacidad económica es muy buena, tal vez lo mejor sería estudiar en una universidad privada y pagar la colegiatura de los 8 semestres y después pagar por la titulación automática.

Bitcoin no debería existir

Bitcoin no debería existir.

Como tecnología, es una verdadera joya. Es el resultado de cientos de años de acumulación de conocimientos matemáticos y tecnológicos para crear el primer activo digital escaso y descentralizado. Sin embargo, los que debaten a su favor en redes sociales o círculos profesionales intentan por todos los medios que dicho debate no se desvíe hacia terrenos demasiado espinosos. Y es que la propia existencia de esta nueva tecnología es un reto a los sesgos y cosmovisiones de la mayoría de las personas: A bitcoin no le importa si nuestras universidades y hospitales se van a quedar sin financiamiento público, que por algo se hizo inconfiscable. No le importa si nuestras agencias anti-lavado de dinero y demás reguladores no están de acuerdo con el uso inmoral que algunos actores le puedan llegar a dar, que por algo se hizo descentralizado. Bitcoin no nació dentro del sistema, no está alineado con los valores del corporativismo rancio y la democracia esclerótica que han dado forma a Occidente durante las últimas décadas, pero tampoco con el “move fast and break things” de la cultura entrepreneur que nació en Sillicon Valley.

Bitcoin fue creado por los cypherpunks: criptoanarquistas, radicales, centrados en la privacidad del individuo (pero la transparencia del gobierno) y defensores de la separación entre el dinero y el Estado (¡sacrilegio!). Fue creado para minar (a qué grado, lo sabremos en algunos años) los dos pilares financieros de los gobiernos: los impuestos y la inflación; y para la comunidad actuarial de todo el mundo, formada dentro de los paradigmas económicos más tradicionales, proponer eso y que arda el mundo es básicamente lo mismo.

Hay muchas cosas que están mal en el mundo, y hay otros foros y espacios mas adecuados para denunciarlas. Esta comunidad por su parte no es el mejor lugar para hacer activismo y hablar de gobiernos genocidas, el asqueroso sistema fiat, el camino al fascismo que está tomando occidente, y cómo bitcoin tiene el potencial para cambiar todo eso (sí, sí, llevándose entre las patas nuestro alumbrado público y nuestras carreteras). Otros segmentos de la población tendrán sus propios sesgos y cosmovisiones, pero si hay algo común en prácticamente todos ellos es esto: nacieron… o más bien, nacimos dentro del sistema, es lo único que conocemos y no tenemos razones para pensar que somos cómplices de un sistema injusto, que no estamos a solamente un par de leyes más, un par de elecciones democráticas más o un par de modelos o teorías económicas más para resolver todos nuestros problemas, o que las cosas podrían ser y funcionar de maneras radicalmente distintas (y mejores) a como son actualmente.

Por eso la mayoría de los colegas de este ramo, quienes deberían de ser los primeros en reconocer el potencial de esta tecnología, siguen sin explicarse (y seguirán por muchos años) el ascenso meteórico que bitcoin ha tenido, mucho menos el potencial que aún tiene para que su precio (su métrica más llamativa, pero la menos relevante en términos de su naturaleza) siga multiplicándose. Creen que bitcoin es una burbuja que estallará y desaparecerá en cualquier momento porque, en términos de lo que saben y la visión que tienen del mundo, una cosa así no tiene cabida en la sociedad actual. Desde la propia burbuja de privilegio de los valores democráticos y de lo políticamente correcto, bitcoin no debería existir, no tiene razones legítimas para existir más allá de las expectativas de ganancias fáciles y rápidas, y por lo tanto no tendríamos por qué estar hablando de (mucho menos defendiendo a) esta mugre en redes profesionales, como no hablamos de flores de la abundancia u otras estafas piramidales.

Y sin embargo, existe, y sigue existiendo. Y conforme su adopción (y su precio) aumenta, se vuelve cada vez más difícil no verlo.

Por eso es divertido (en el buen sentido) ver a los colegas pro-bitcoin haciendo su mejor esfuerzo por defenderlo e intentar hacerlo llegar a un público cada vez más amplio (y más alejado del ethos original de bitcoin), pero sin agitar demasiado las aguas, intentando mantener a bitcoin dentro de la narrativa de las innovaciones buena onda como Uber o Airbnb, que han facilitado la vida a millones de personas (y hecho millonarios a quienes apostaron por ello en sus etapas tempranas) con daños colaterales prácticamente inexistentes. Bitcoin esta en un nivel totalmente diferente: promete cambiar el mundo no de manera estética, sino sistémica, y recompensar a todos aquellos individuos, instituciones y gobiernos que se suban al tren mientras diluye brutalmente el poder adquisitivo de los que, ya sea por desconocimiento o por obstinación, hayan decidido mantenerse al margen (aunque para ser justos, esto no será culpa de bitcoin, sino de los gobiernos y su política del money printer go brrr). Y el debate, al que le rehuyen la mayoría de sus defensores, es si ese cambio, que será sin duda doloroso y hasta injusto para muchos, será al final para bien (spoiler: será para bien).

Defender esta tecnología sin estar dispuesto a hablar de todos los daños colaterales que pueda llegar a generar es como intentar defender los primeros automóviles haciendo todo lo posible por negar el cambio tan radical que este nuevo medio de transporte podía traer a los paisajes, la planeación urbana, la economía y el modo de vida de las personas, así como los millones de kilómetros de carreteras, infraestructura e industrias que se tendrían que construir alrededor de este invento, con los estratosféricos costos asociados que hubieran hecho pensar a cualquier persona de aquellas épocas con un mínimo de sentido común, que aquel nuevo invento era un sinsentido objetivamente inviable. Los pro-bitcoin easy going insistirán en que no hay por qué alarmarse, que bitcoin puede adaptarse al mundo, como si hubiéramos esperado que el automóvil se adaptara a los caminos de terracería y los paisajes rurales del siglo XVIII (y que no se convertiría en el principal medio de transporte de los delincuentes).

La realidad es bien distinta: bitcoin no va a pedirle permiso a nadie. Si triunfa, no va a ser gracias a un cambio de perspectiva de sus detractores o a que estos piadosamente hayan decidido tolerarlo y designarle un espacio (pequeño o grande) dentro de las estructuras actuales, sino a pesar de la feroz lucha que estos tarde o temprano tendrán que presentar (y es probable que ya no falte mucho tiempo para ello), en un desesperado intento de que el mundo se quede quieto de una maldita vez y que las cosas se mantengan como ellos felizmente las conocían (el sueño de todo boomer desde los albores de la humanidad). Las apuestas son altas, porque si al final no logran su objetivo y bitcoin persiste, entonces al igual que lo que vimos con la pólvora, la máquina de vapor, los automóviles y el internet, bitcoin no será el que se adapte al mundo. Va a ser el mundo el que, a marchas forzadas y hasta a regañadientes, tendrá que adaptarse a bitcoin.

En fin, no me hagan mucho caso. Esto solo ha sido pensar en voz alta, jugar un rato al abogado del diablo. No crean que yo defiendo a esos locos anarquistas que quieren quitarnos nuestro sistema de pensiones. Democracia bien, anarquismo mal. Pero ya cambiando un poco de tema… ¿han visto los rendimientos de bitcoin este año? ¡Y también pueden donar a ONG’s con bitcoin!

Ah y no se pierdan nuestro siguiente artículo: Cómo pagar impuestos sobre las ganancias en bitcoin y seguir ayudando a financiar la educación pública y a nuestros profesores universitarios (Dios bendiga a esos sujetos).

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