Con más de 28 años de experiencia en el sector de seguros, 30 años como académico de la UNAM y 3 libros publicados sobre temas técnicos Actuariales, Pedro Aguilar es una autoridad en el ámbito actuarial, no solo por su amplio recorrido e impecable trayectoria, sino también por la claridad que tiene para entender y atender diversos temas que tienen que ver con la actuaría.
El día de hoy en El Manual del Actuario tenemos el honor de presentar la entrevista hecha al Actuario Pedro Aguilar Beltrán, quien nos deja saber, con la claridad que lo caracteriza, su opinión acerca de la formación de los actuarios y cómo observa él el desarrollo de la profesión en la actualidad.
¿Cómo considera que es hoy el rol del actuario mexicano?
Desde una perspectiva meramente local, considerando el estado del arte de la Actuaría en México, me parece que el actuario mexicano se ha podido integrar a diferentes campos laborales, pero eso ocurrió por accidente, no es porque así haya sido planeado, es algo que se fue dando con el tiempo y las circunstancias. Esto ha ocurrido porque el conocimiento que tiene el actuario sobre cuestiones complementarias a lo que es su conocimiento central, le ha dado la posibilidad de desempeñarse en otras disciplinas como son las finanzas, estadística, informáticas, entre otras.
No obstante, ante la idea de que un actuario es un profesionista con conocimientos diversos de matemáticas, quisiera puntualizar que esa me parece una idea muy ambigua y vaga de lo que es un actuario, para mí en lo personal, la definición exacta de un actuario, en la que no cabe vaguedad o confusión, es que “es un profesionista que tiene conocimientos especializados para la valoración y medición de riesgos y obligaciones contingentes”. Eso es lo que le da su característica principal y distintiva de otros profesionistas.
Aun cuando dentro de sus capacidades naturales de medir el riesgo, está su conocimiento matemático, probabilístico, estadístico, computacional, etc., eso es algo marginal, pues la característica central y específica que lo distingue de todos los demás profesionistas es que tiene conocimientos especializados para la medición de riesgos y otras obligaciones contingentes, teniendo en los seguros, el mayor campo de aplicación de este conocimiento, como es natural dado que estos se basan en la medición del riesgo.
En México en particular, el rol del actuario ha sido importante ya que ha habido una gran cantidad de actuarios que se involucran en diferentes campos laborales y creo que a eso se debe que el actuario mexicano en su etapa de estudiante se siente un poco confundido respecto a qué ámbito laboral debe enfocarse. Esta confusión viene desde la carrera misma, ya que ahí no se tiene una adecuada orientación sobre cuáles son las mejores oportunidades y el mejor campo de aplicación que tiene un actuario. De cualquier manera, al final no pasa nada, ya que el actuario termina trabajando en aquello que le agrada, aquello donde se sintió mejor o incluso aquello donde encontró oportunidad.
Es diferente en el caso de un actuario norteamericano que realiza exámenes de la SOA y tiene una formación técnica más elevada, ya que tienen una preparación pensada para un mercado laboralmente más desarrollado el cual le requiere ese nivel de alta especialización.
Aquí no pasa eso, el mercado mexicano es más modesto en cuanto a exigencia de formación técnica, y está bien que no sea así, porque no podría el mercado absorber a los cientos de actuarios que egresan cada día, y que si no fuera por este fenómeno de poderse incorporar hacia otras áreas y disciplinas, entonces estaríamos en los mismos problemas que tienen otras carreras, en donde ya está saturado su mercado y los profesionistas no encuentran manera de realizarse. Afortunadamente, dentro de la realidad de nuestro país, se le ha ofrecido al actuario otras formas de ocupación y de trabajar, siendo así que el actuario ha encontrado su propia diversidad.
¿Usted cree que los planes de estudio actuales de las diferentes universidades son adecuados para la preparación de los futuros actuarios?
No, no lo creo, creo que ninguna de las universidades que ofrecen la carrera tienen planes que sean adecuados. Esto se debe a que el ejercicio de la actuaría a nivel profesional, tiene unas diferencias abismales respecto a los temas que se ven en la carrera, y estas diferencias tienen su origen, en la mayor parte de las ocasiones, en que la mayor parte de los académicos que participan en la formación de los actuarios no han ejercido profesionalmente y, por lo tanto, tienden a basar mucho de su enseñanza en la teoría literaria; pero resulta que los libros traen a veces muchos años de rezago respecto a lo que es la práctica profesional.
Además, hay que aceptar que la matemática actuarial en libros es muy idealista y alejada de la práctica, y no me refiero a los fundamentos teóricos ya que esos no tiene por qué cambiar, sino a los planteamientos y problemas que aparecen en los libros, los cuales son muy idealizados y cuando los actuarios los aprenden e intentan llevarlos a la práctica en el mundo real, lo que encuentran es que no es posible y que tienen que hacer muchos cambios para poder hacer funcionar la matemática actuarial en la realidad.
Es así que los actuarios que egresan de sus estudios un día llegan al tremendo desengaño de que esa parte teórica no necesariamente es la que mejor funciona en la práctica. No estoy diciendo que la teoría no sirve, a mí me parece que da herramientas y bases, pero sería mucho mejor que los planes de estudio de las carreras incorporaran enfoques más aplicados y hubiera materias de práctica o talleres que hicieran que el actuario saliera conociendo un poco mejor a lo que se va a enfrentar.
Definitivamente los planes de estudio están muy alejados de lo que es la práctica actuarial, pero además, no se puede hacer mucho para solucionar eso ya que por lo general resulta difícil conseguir académicos bien preparados en la práctica, para impartir clases en la carrera de Actuaría, y hay que aceptar que muchos de quienes dan clases, es porque de pronto se les cierra un poco el campo laboral y encuentran refugio en la academia.
Por otro lado, quienes en el campo laboral tienen… no sé si llamarle éxito profesional o algo por el estilo, casi no voltean a la academia, y aunque tengan alguna posibilidad, el argumento es que están muy ocupados, o que no tienen tiempo, o no tienen las características necesarias y, de esta manera, muchos actuarios que podrían contribuir a la formación de las nuevas generaciones con su conocimiento en la práctica, no lo hacen.
Con todo esto, lo que se tiene es una formación de los actuarios que es mucho apegada a los contenidos teóricos de libros, al syllabus de la AIA, a lo que recomienda la SOA, etc. Si te asomas actualmente a los temarios y quieres ver si están dando las bases aplicadas de Solvencia II, pues vas a encontrar que no lo están incorporando aun cuando ese tema es una realidad en la práctica.
También pienso que se da un enorme fenómeno de desorientación en cuanto al tipo de conocimiento que es relevante en la práctica, ha habido ocasiones en que he tenido la iniciativa de dar un seminario de Solvencia II y solamente se inscriben cuatro o cinco alumnos, en tanto que si el mismo curso lo imparto para profesionales, despierta enorme interés, y eso se debe a que los estudiantes ni siquiera dimensionan si ese tema tiene importancia para su preparación profesional. En esto el alumno no tiene la culpa, ya que él requeriría orientación para saber hacia dónde debe dirigirse. Es como si a un niño nunca le enseñas la importancia de aprender a nadar y un día se enfrenta a esa necesidad y se da cuenta que tiene problemas precisamente porque nunca se le enseñó la importancia de saber nadar.
En resumen, los planes de estudio que se tienen no son apropiados y hablo de todas las universidades, quizá algunas se han preocupado un poco más, pero la mayor parte de los planes no son apropiados para dar buenas bases prácticas.
¿Hay alguna diferencia entre estudiar en una escuela pública y en una privada?
Sí, sí hay diferencias, y tienen muchos orígenes, pero dichas diferencias no determinan si un actuario es bueno o malo o la forma en que se desarrollarán en el mercado laboral.
Las diferencias provienen de varias vertientes, por ejemplo, el cuerpo académico, ya que es una realidad que el cuerpo académico de una universidad pública es mucho más modesto y hay menos profesores de tiempo completo. Si vas a una universidad pública, realmente no encuentras casi actuarios de tiempo completo dedicados a la investigación de cuestiones actuariales. Te encuentras matemáticos, físicos o biólogos, pero algo así como un actuario profesor investigador de tiempo completo, pues no, quizá allá quienes tienen el título de actuario, pero se dedican a otra cosa y poco investigan de la práctica. La mayor parte del cuerpo académico de actuaría de una universidad pública son profesores de entrada por salida, o de asignatura como le llaman, y sólo van a dar una o dos horas de clases y luego se retiran; además la mayoría son muy jóvenes y no tienen mucha experiencia. En cambio, una universidad privada, evidentemente por sus prestaciones salariales, puede atraer un poco más a actuarios que se dediquen de tiempo completo a la academia, pudiendo dedicarle más tiempo a la enseñanza e investigación.
Por otro lado, también hay una diferencia que se puede decir “natural”, en el sentido de que hay que aceptar como natural que el alumno que estudia en una universidad privada tiene más recursos económicos para poder estudiar ahí, y tienen condiciones de vida más cómodas, lo cual evidentemente le da una ventaja en cuanto a la dedicación y aprovechamiento de sus estudios. Además, ya trae otras características que tienen que ver, con cuestiones conductuales, psicológicas, y niveles de seguridad más altos. No quiero decir que esto ocurre en todas las personas, pero en la mayoría eso pasa. Lo anterior no significa que los actuarios de universidades públicas saldrán mal preparados pero sí implica que requerirán más esfuerzo.
Resulta interesante ver que alrededor de un actuario de una universidad pública que por propia voluntad ha tenido esa capacidad de buscar prepararse bien, aún cuando no tenía todos los recursos, condiciones y oportunidades, se produce una especie de “selección natural”, que hace que salga con una formación que le da cierta resiliencia en y estabilidad en el mercado laboral.
Sin embargo, estas diferencias que he comentado, no determinan necesariamente el éxito en el desarrollo profesional y tampoco determinan si debe haber una preferencia de parte de las empresas. Cualquiera podría pensar que la preferencia es hacia actuarios de escuelas privadas, pero no necesariamente ocurre así, por las razones que ya mencioné.
A mí en lo particular me ha parecido interesantísimo este fenómeno que se da en las universidades públicas y que yo le llamo “de selección natural”, porque sé que «sobrevivirá» el actuario que mejor se adapte a las condiciones y que mejor aproveche las circunstancias que se le presenten. Cuando una persona en condiciones adversas, logra salir adelante, y con buena preparación, ello habla de su carácter y capacidad para lograr metas. Eso mismo no se puede decir de quienes egresan de universidades privadas. Es como si le pidieras a dos personas subir una montaña y a una de ellas le das mucho equipo, mientras que a la otra le das poco, yo creo que el que tiene menos herramientas desarrollará un poco más de técnicas, resistencia y resiliencia para poder subir la montaña y si lo logra tendrá más mérito.
¿Qué considera que es mejor, hacer una maestría o buscar una certificación, ya sea nacional o internacional?
Depende de lo que el actuario quiera hacer de su destino profesional, pero siempre y cuando no se autoengañe, es decir, uno debería saber cuál es su plan de vida y en función de eso tomar decisiones. Si, por ejemplo, un actuario cree que hacer los exámenes de la SOA es lo que lo va a hacer exitoso, tendría que saber que esos exámenes tienen más peso en Estados Unidos. Probablemente tenga éxito en México, pero el éxito de un actuario en México no está muy determinado por el hecho de tener exámenes de la SOA. La maestría da algo de estatus pero tampoco determina que sólo por ello se va a ser exitoso.
Lo que creo es que si el actuario piensa permanecer en México, creo que no tendría que estar muy preocupado por hacer exámenes de la SOA, creo que tendría que estar mucho más preocupado por conocer las cosas que necesita en este país, como conocer la regulación local y las certificaciones que requiere y, en función de eso, investigar, crear y desarrollar habilidades personales que le den ventajas competitivas aquí.
¿Qué tan técnicos somos los actuarios en México? ¿Considera que en México deberíamos hacer más investigación sobre temas actuariales?
Siendo honesto, algo extraño ocurre aquí en México, ya que hay muy pocos actuarios que sean realmente muy técnicos y con una aplicación exitosa de su conocimiento. Este fenómeno es digno de análisis ya que es difícil saber a qué se debe: ¿acaso las personas no salieron con la preparación adecuada? ¿o algo les ocurrió en el camino?
De los miles de actuarios que han egresado, actualmente, son muy pocos los actuarios que hacen matemática actuarial aplicada. Se observa que muchos que eran muy buenos para la teoría, se quedaron en ese mundo teórico y nunca pudieron bajar a la realidad de la aplicación. A muchos otros les pasó al revés, estudiaron Actuaría, pero un día consideraron que no era agradable estar en la parte técnica de aplicación de las matemáticas actuariales y terminaron por convertirse en actuarios operativos o con un nivel de aplicación muy modesto donde solamente hacen ciertas cosas que no son muy técnicas.
Esto tiene que ver con otra cosa que es muy complicada de lograr, que es que el actuario debe investigar y crear su propia base de conocimiento de matemáticas aplicadas. Yo creo que el actuario tiene que involucrarse y estar participando centralmente en propuestas de solución a ciertos fenómenos, pero los actuarios por sí solos no lo podrían hacer, tendrían que ir acompañados de instituciones como la AMA, el CONAC, las universidades, etc., pero va en solitario y creo que a eso se debe que es muy pobre la difusión e investigación actuarial de todas esas entidades en México. Ni siquiera las universidades tienen una buena labor de investigación actuarial.
Por otra parte, la investigación actuarial casi no se promueve. Los actuarios que se dedican a hacer algo de investigación, a crear y proponer papers, libros, etcétera, les es difícil encontrar a alguien que se interese y los apoye. Es muy grave porque no hay un solo libro de actuaría de las universidades o de las instituciones gremiales, y si entras a sus páginas web tampoco hay gran cosa: no hay investigación, ni literatura. Si esto lo comparas con la literatura e investigación que hay en Estados Unidos, es abrumadora la diferencia. Hacer eso en México serviría mucho, sin embargo es muy difícil hacerlo porque cuesta trabajo, hay que sacrificarse y al final da resultado, pero es un trabajo algo ingrato porque puede que no seas reconocido o compensado.
No digo que el actuario listo no vaya a tener éxito, pero es un éxito sólo en un sentido material. No hay que confundirse pensando que detentar un alto cargo en una gran empresa es lo importante, al menos para la Actuaría no lo es. El desarrollo de su técnica, sus contribuciones a las ciencias actuariales es lo que debería hace sentir orgullo a un actuario, y esos es algo que está un poco escaso en México.
¿Qué opina de la participación del gremio actuarial en los temas de interés de la vida pública del país?
Su participación no es lo robusta que debería ser. Por una parte porque no se pronuncian y por la otra, porque no son tomados en cuenta. En el tema actual de la modificación al sistema de pensiones que acaba de hacer el gobierno, por ejemplo, aunque los actuarios salgamos y nos pronunciemos sobre el tema, creo que sus pronunciamientos no son tomados en cuenta. Eso es desalentador, porque al no ser tomados en cuenta se desalienta también su participación.
Para participar en la vida pública se requiere que se tenga respeto por el conocimiento técnico profesional. Peor aún si cada vez que alguien se sienta en la “silla del poder”, piensa que automáticamente tiene la capacidad de tomar cualquier decisión en todas las disciplinas sin tomar en cuenta a los expertos profesionales. Eso ocurre por la prepotencia y la arrogancia, que es algo que sigue predominando en quienes llegan al poder, aunque también es cierto que de nuestro lado hay cierta debilidad, porque hay temas que son de nuestro campo de conocimiento y no nos pronunciamos con claridad y firmeza al respecto.
Por ejemplo, no vi que hubiera un pronunciamiento fuerte de las instituciones gremiales de Actuaría ante la aparición y efectos de la pandemia, que finalmente es un tema que tiene mucha relación con riesgos, pérdidas, con seguros, etc.; el tema realmente era rico como para poder escuchar el pronunciamiento de los actuarios. Si pronunciándose fuerte y claro casi nadie te voltea a ver, no importa, la labor ya está hecha porque ya hubo una manifestación del punto de vista profesional y si ellos no lo toman en cuenta en cierta forma tienen responsabilidad.
¿Cómo afecta y afectará la pandemia por COVID-19 a la labor de los actuarios en México?
Afectará muy poco, será imperceptible, lo único en que va a afectar es que algunos tendrán un periodo de situación económica difícil en donde las empresas, por esta misma situación, restringirán sus contrataciones y habrá muchos actuarios que durante un rato no tengan oportunidad, pero una vez pasada esa situación, todo va a retornar casi a lo mismo. Creo que en la vida actuarial no va a pasar nada. Esto de la pandemia no va a causar que de repente todos los seguros ahora sean en el ciberespacio o que de aquí en adelante los actuarios hagan puro home office.
Tal vez lo único que va a pasar con los actuarios es que sus jefes aprendieron a comunicarse con ellos directo a su casa con esto del home office, con resultados a veces contraproducentes, ya que algunos invaden la privacidad en forma desproporcionada. Ahora los jefes quieren ser atendidos a toda hora y exigen que sus subordinados tengan en todo momento las condiciones para atenderlos. Esta invasión de la privacidad lo que ha provocado es que se ponga en una situación difícil a mucha gente, ya que no todos pueden tener la cámara y micrófono encendidos, porque no hay los espacios apropiados, para mantener la discreción necesaria. Por otro lado, habría que pasarle la factura del gasto de energía eléctrica a las empresas, porque tener el computador todo el tiempo encendido y estar conectado genera un gasto importante.
También pienso que los gerentes no estaban preparados para trabajar de esta manera y ocurre lo mismo que está ocurriendo con la educación en línea, por ejemplo, donde los profesores no estaban preparados y la única solución que encontraron es aventarle a los niños montones de tarea para que ellos lean e investiguen en lugar de darles clases. En el caso de los trabajos, los jefes se la pasan nada más pensando, por inseguridad o desconfianza, qué más pedirle al subordinado, para “tenerlo ocupado” en su casa, y que no vaya a perder el tiempo en casa, y así los saturan de tareas operativas y reportes que no necesariamente son cosas productivas.
¿Ha tenido algún mentor o mentores? ¿De qué manera le ayudaron en su carrera profesional?
Sí, sí han habido muchos mentores, los cuales considero que no son personas que necesariamente están ahí intencionalmente para formar parte de tu desarrollo profesional, pero te los encuentras en el camino, van apareciendo y de pronto uno considera que esas personas constituyen un ejemplo a seguir y decides seguir su ejemplo y entonces empiezas a copiar un poco su comportamiento, lo que hace, su conocimiento. Siempre en el camino de la vida uno se va encontrando con personas que de alguna manera admira y uno intenta guiarse y ser un poco de lo que es esa persona.
En ese sentido, sí he tenido varios mentores, que incluso me resulta un poco penoso el decir que en México las instituciones, fácilmente echan al olvido a los grandes mentores y un día los dejan por ahí aislados, como si las nuevas generaciones no tuvieran necesidad de escuchar su opinión o tener su guía y eso es un gran desperdicio de conocimiento valioso. Hace poco falleció el Dr. Alejandro Hazas, quien fuera uno de los precursores de la Seguridad Social en México, pero es penoso ver que en los últimos tiempos ya no se le tomaba casi en cuenta por parte de las instituciones, incluso las gremiales. Así como él hay otros que son íconos del desarrollo histórico de la Actuaría en México, pero que están casi en el olvido, lo cual es muy triste.
Me perece que habría que hacer un esfuerzo por recuperar todas esos grandes actuarios, porque en mi opinión los países que no conocen la historia y no sienten orgullo por todo lo que ocurrió en su pasado, son países que crean un vacío histórico y de valores en sus nuevas generaciones.
Volviendo a tu pregunta, sí, mis mentores existen, por supuesto y los tengo muy presentes en todo momento.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que le ha dado la Actuaría?
De alguna manera, yo siento que la Actuaría me hizo ser un matemático aplicado, como lo quise ser desde el inicio. No era mi intención ser actuario, pero como en su momento no encontré algo que se llamara Matemáticas Aplicadas en la UNAM, al revisar la Actuaría vi que se parecía un poco a la matemática aplicada y a final de cuentas resultó que sí, ya que sí encontré en ella una forma de crear, inventar, aplicar y hasta jugar con las matemáticas para obtener además recompensas.
No es que la satisfacción sea el dinero que dé la actuaría, eso se puede tener incluso sin ser buen actuario, pero eso no es necesariamente motivo de satisfacción. La satisfacción yace en saber que uno pudo, a través del conocimiento que tenía, el crear cosas y que esas cosas sirvieron y además te dieron una retribución por ello. Ese es mi mayor satisfacción en lo profesional.
¿Qué consejo le daría a los estudiantes de Actuaría y actuarios con pocos años de recorrido para que puedan brillar en su camino?
Mi consejo es acerca de qué hacer para no caer en uno de los males de estos tiempos que casi siempre determina el fracaso en la mayoría de los actuarios. Hay un libro que incluso toca ese tema y que es muy interesante, el cual se llama Outliers y lo que esencialmente dice es que no existen los super dotados, tal vez sí es verdad que la naturaleza puede crear un ser más débil por ahí, pero el estudio que hace ese libro deja ver que, por ejemplo, los Beatles no fueron lo que fueron por ser unos super dotados de la música, sino porque tuvieron tanto esfuerzo y tiempo de práctica tocando en bares, desvelándose y dándolo todo, que inevitablemente llegaron a ser muy exitosos. Lo que dice el libro es que después de cierto número de miles de horas de esfuerzo y práctica, la persona empieza a ser distinta y empieza a ser exitosa en lo que hace, pero siempre y cuando cumpla con esos miles de horas de práctica que al final le convierten en experto.
Hoy en día el mal que asola y determina el fracaso de la gente, es una suerte de apatía involuntaria, debido a que hay tantas formas de distracción y tantas formas de lograr placer, que uno podría dedicar muchas horas del día a ese placer y muy poco al esfuerzo que se requiere para prepararse, estudiar, investigar, escribir.
Entonces, mi consejo es que no se sientan abatidos o derrotados desde el principio, ni tampoco que crean que será fácil su éxito, y que tengan en la mente que si estudian mucho y se sienten interesados, apasionados por las cosas, y se esfuerzan y practican con intensidad, entonces inevitablemente llegará el éxito profesional. Simplemente se necesita el esfuerzo permanente, tener la capacidad de interesarse siempre por los temas realmente útiles, ya que si se distrae mucho tiempo en cosas de poca utilidad, se puede perder la posibilidad de tener éxito profesional.
¿Algún comentario final que quiera decir?
Simplemente comentar que los actuarios profesionales le debemos bastante a la Actuaría misma. Se necesita investigar más, producir y contribuir mucho más, dejar huella en la Actuaría y no dormirnos en la rutina del trabajo y la comodidad que da el dinero y la satisfacción personal. Tenemos que contribuir y hacer más historia en la Actuaría, al final es lo único que nos sobrevivirá.
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